24 noviembre 2011

Las Soprano. Episodio 1: "Roma no paga traidores".



La Presidenta de Madrid le ha cogido el gusto a eso de la tijera. Pero esta vez no ha utilizado la herramienta de poda para recortar médicos, enfermeros, profesores o policías (al menos por un día), sino para dar un inesperado golpe en la mesa y cargarse a uno de los suyos: al ínclito Francisco Granados, fuente inagotable de titulares, escándalos inmobiliarios, acusaciones de espionaje, sospechas de pertenencia a diversas tramas delictivas e investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción. Granados, que ocupaba el cargo de Secretario regional del PP madrileño, fue el que hace unas semanas tildaba las huelgas de Educación como "una broma de mal gusto" y acusaba a los profesores de retener a los alumnos como "rehenes". Uno de esos políticos que cada vez que habla sube el pan (al menos eso tenía en común con su ex-jefa de partido).

Aguirre le cortó la cabeza a Granados delante de todos sus compañeros. Según publica hoy el diario Público, la Presidenta incluyó en el orden del día de la reunión del PP madrileño la destitución del Secretario; no quiso hacerlo de forma unilateral (aunque la decisión estaba más que tomada) y exigió que se sometiera a votación entre todos sus compañeros dicha destitución. Los que allí estaban solicitaron ejercer el voto secreto, pero Esperanza se negó. Quería que fuera a mano alzada. El caso es que así, a mano alzada, casi todos apoyaron la decisión de Aguirre (faltaría más). 50 votos se sumaron al de la lideresa, 4 votaron en contra, una docena se negaron a participar en la votación (entre ellos Ana Botella) y hubo 5 abstenciones, incluyendo, sorprendentemente, la de Lucía Figar. Me hubiera encantado ver la escena (propia de "Los Soprano" con esa mirada paranoica de Tony dirigida a todos sus compinches para descubrir al traidor).

El inesperado plebiscito acontecido en la primera planta de la Calle Génova 13, deja un par de interrogantes en el aire: ¿Por qué la Consejera de Educación no apoyó a la que ha sido su máxima defensora y aliada en los últimos meses en una guerra contra el profesorado que han protagonizado las dos al alimón? ¿Qué pensó Esperanza al ver cómo su delfina le escamoteaba el ?

No es difícil intuir que tras el desastre educativo provocado por Lucía Figar en los últimos meses, la Consejera tiene un futuro político bastante incierto. Su incompetencia, su desprecio total hacia lo público y, sobre todo, su odio manifiesto hacia los trabajadores de la escuela pública (los profesores somos trabajadores, por mucho que ella nos considere delincuentes) han provocado la mayor crisis educativa en 30 años en la Comunidad de Madrid. Una crisis que se está extendiendo a otras comunidades, a todos los niveles educativos y que ha calado profundamente en las familias y en la sociedad. No hay que olvidar que, en unas elecciones generales en las que el PP ha aumentado sus votos en casi todas las comunidades autónomas, en Madrid ha perdido la nada escatimable cifra de 30.000. No creo que Rajoy esté demasiado contento con ese resultado; pero tampoco creo que se haya extrañado: todo el mundo sabe que el gobierno madrileño (sobre todo su Presidenta) no ha hecho más que meterse en charcos y tratar de apagar fuegos con latas de gasolina durante los últimos meses. Pero, inesperadamente para ella, con los profesores de la Pública ha pinchando en un hueso durísimo de roer. Para muchos miembros del PP nacional, cuando el líder del partido se estaba jugando la presidencia y su estrategia claramente era no dar demasiadas pistas sobre los recortes que vendrán y evitar soliviantar a la sociedad, no es muy inteligente meterse en una batalla campal insultando a los profesores de la Pública, enfrentándose a las familias que abarrotan manifestación tras manifestación las calles de Madrid o denunciar a organizaciones tan altruistas y prestigiosas como la Fapa Giner de Los ríos, la Plataforma en Defensa de la Escuela Pública de Vallecas y la Asociación de Vecinos de Palomeras Bajas.

Lo que es evidente es que Lucía Figar no parece haber respondido fielmente a ese favoritismo que siempre ha mostrado Esperanza Aguirre con ella. Aunque puede que aquella relación que parecía de mentor - alumno aventajado se haya ido deteriorando. Sea como fuere, esta abstención (la de Figar) ha resultado lo suficientemente llamativa como para que algunos medios (por ejemplo El Mundo) se hayan hecho eco de la misma en titulares. ¿Habrá cambiado esa complicidad entre ambas? ¿Culpará Esperanza Aguirre a Lucía Figar de este desaguisado provocado en Educación? ¿Habrá perdido la confianza en ella? Puede que Figar simplemente esté tratando de salvar el cuello. Sabe que en esta guerra entre el PP de Madrid (concretamente entre su Presidenta) y el PP nacional, quien tiene todas las de ganar, por supuesto, es Mariano Rajoy. Quizás por eso se abstuvo en esa votación y no le dio su apoyo a la que era hasta ese momento (o, al menos, hasta hace pocas semanas) su mentora. Algo parecido hizo Ana Botella al negarse a participar en la votación. Jugada inteligente de dos que piensan que este barco (el de Aguirre) tiene ya poco recorrido y que es el otro al que hay que subirse más pronto que tarde. A Ana Botella parece que le tienen preparada la alcaldía de Madrid en cuanto Gallardón sea llamado a filas, pero ¿qué pasará con Lucía Figar? Es evidente que no será la sustituya de Esperanza Aguirre como no hace muchos meses parecía que podría ser (todas las papeletas las tiene el Vicepresidente Ignacio González ahora). ¿Estará pensando Figar en el Ministerio de Educación? Sería una locura que la peor Consejera de Educación de la democracia, una persona que ha defendido públicamente su predilección y su apoyo al modelo educativo elitista, privado y religioso, y una Consejera de Empleo (irónicamente también ocupa este cargo) que lleva 4 meses desmantelando las plantillas de profesores, enviando a miles de ellos al paro y poniendo patas arriba los centros públicos, sería una locura, repito, que obtuviera el premio de ser Ministra de Educación. No creo que Rajoy (con el cuidado extremo que está teniendo en no dar un paso en falso) cometa semejante error. Igual esa abstención ante la decisión de Aguirre le valdrá a Lucía Figar para ocupar algún otro cargo nacional (al fin y al cabo, sigue siendo un miembro bastante protegido en el partido). Ya veremos dónde la colocan...

La que sigue sin decir esta boca es mía es Alicia Delibes. Esperando astutamente que se muevan las sillas y que le caiga, por fin, la ansiada Consejería de Educación. Ella es tan culpable como Lucía Figar y Esperanza Aguirre del caos en el que está sumida la educación pública madrileña. Ya hemos comentado muchas veces que es la gran ideóloga de este desmantelamiento paulatino al que quieren someter al modelo educativo público a favor del privado. La duda que tengo es si Delibes (probablemente más experimentada y menos visceral que Figar) hubiera cometido tantos errores como ésta. Lo que está claro es que las 3 han ninguneado e infravalorado al colectivo docente y a las familias de la pública. Esa actitud caciquil les ha metido en un callejón sin salida (porque siguen negándose a negociar una posible resolución al conflicto). Miles de horarios ilegales en proceso de reclamación, los centros sin aprobar las PGA's, la Consejera denunciada por cientos de profesores en los tribunales por injurias y calumnias y los sindicatos y la prensa destapando a diario las amenazas, presiones y represalias que están sufriendo los profesores y los equipos directivos por decir la verdad y por luchar por su dignidad y la de sus alumnos. Esto es lo que han conseguido Delibes, Figar y Aguirre en su obsesión por acabar con la escuela pública. Y a todo esto, los alumnos de los centros siguen siendo los más damnificados: sin refuerzos, sin atención a la diversidad, sin bibliotecas, sin actividades extraexcolares, sin sustitutos para cubrir las bajas de sus profesores... Excelencia educativa, lo llaman.

Don Mariano, menuda le tienen montada aquí en Madrid. Bájese un día a la primera planta, que hay tajo para rato. Antes volaban las tijeras, pero ahora parece que también vuelan los cuchillos. Las mayorías absolutas y sus pequeños roces.


09 noviembre 2011

No vamos a parar



Esperanza Aguirre sigue mintiendo sobre el conflicto educativo
. Lleva un par de días tratando de convencer a los madrileños (engañándoles, por supuesto) de que dicho conflicto está solucionado y acabado. Nada más lejos de la verdad, evidentemente. "La crisis de los profesores de Secundaria está resuelta. Además, los horarios ya están firmados y son definitivos". Y se queda tan ancha después de semejante falacia. Ni la crisis está resuelta (no ha hecho más que empezar y el colectivo está cada día más decidido y organizado), ni los horarios están cerrados, por la sencilla razón de que van a ser reclamados y denunciados en su mayoría.

El tema de los horarios se ha explicado muchas veces, así que no voy a insistir más en su ilegalidad manifiesta. Los directores y los inspectores, sabedores de esa ilegalidad, han solicitado a la Consejería un documento o una declaración formal que avale la interpretación que se hacía de los mismos en las Instrucciones de principio de curso. Lo único que han conseguido es papel mojado. Un simple fax en el que la Consejería vuelve a insistir en una compensación horaria que se sale de la norma y que vulnera el famoso artículo 77 de la Orden de 29 de junio de 1994. Pero los horarios no son ilegales solo por la vulneración de ese artículo, sino que hay varios más que se están incumpliendo y los servicios jurídicos consultados por el profesorado y los sindicatos así lo demuestran.

Ante esta indefensión por parte de los equipos directivos que tienen que entregar los horarios y de los inspectores que han de velar para que se cumpla su legalidad, la asociación de directores (ADIMAD) ha recomendado a éstos, que entreguen los horarios definitivos a los profesores mostrando textualmente su disconformidad. Es ciertamente inaudito que un director le dé un horario ilegal a un profesor dejando claro (y por escrito) que sabe que es ilegal y no está conforme con él. Pero, ¿qué otra cosa puede hacer ese director ante semejante realidad? Por supuesto, la mayoría de los profesores también firmarán el horario como “no conforme” y lo reclamarán a las instancias que proceda. Con lo cual, doña Esperanza, no solo no está solucionado y cerrado el asunto de los horarios, sino que ni siquiera ha arrancado el escándalo que se avecina al respecto.

A consecuencia de esta ilegalidad en los horarios y de otras muchas irregularidades puestas de manifiesto en el caos en que se han convertido los institutos gracias a la reducción salvaje de plantilla y de recursos, se está produciendo otro hecho insólito en los claustros de inicio de curso: se están rechazando de pleno las Programaciones Generales Anuales. Este documento es imprescindible para coordinar los distintos programas educativos y los proyectos curriculares, así como su organización y la colaboración con todos los agentes de la comunidad educativa. Evidentemente, con el desastre provocado por la Consejería, no se pueden aprobar las PGA porque hay varios aspectos docentes básicos que no se pueden llevar a cabo con un mínimo de calidad con las actuales plantillas; además, hay otros elementos que no están funcionando bien o, simplemente, se han suprimido a consecuencia de los recortes. ¿Cómo se va a aprobar la PGA con los actuales horarios ilegales, con los Departamentos constituidos a golpe de rellenar huecos horarios al máximo, sin actividades extraescolares y sin bibliotecas por falta de personal o, lo que es absolutamente inadmisible, sin poder llevar a cabo correctamente la atención a la diversidad por esa misma falta de profesores? Sencillamente, sería ilógico aprobar una Programación irrealizable o que atentara contra la propia calidad de la enseñanza.

¿Por qué miente Esperanza Aguirre con respecto a la finalización del conflicto? Pues, como de costumbre, porque su estrategia es siempre la misma: desviar la atención y adecuar la realidad a sus intereses, normalmente partidistas. Con esa falacia de que todo está solucionado, se dirige a sus electores y a los indecisos para tratar de convencerles de que la Educación Pública madrileña funciona perfectamente, cuando la verdad es que está sumida en un caos provocado por sus propias decisiones y por la incompetencia de su delfina: Lucía Figar. Además, con esas declaraciones del fin del conflicto trata de desmotivar al profesorado, una vez más, para restarle fuerza y unión a un movimiento que está provocando muchos quebraderos de cabeza. En ese sentido, como de costumbre, se equivoca al infravalorarnos; y, también como de costumbre, lo único que consigue es motivarnos aún más.

Ellas siempre han mantenido que este conflicto es político y que está dirigido por los partidos de izquierda y por los sindicatos con el único fin de restarles votos en las elecciones del 20N. No sé si realmente se lo creen (yo creo que no, porque no pueden ser tan cortas de miras). Creo que saben la verdad y que esa verdad no les gusta. El conflicto educativo, la lucha por defender la Educación Pública y salvarla de la privatización extrema que tratan de imponer, acaba de empezar. Seguirá después del 20N y se irá organizando cada vez con más profesionalidad. La Marea Verde está poniendo los cimientos de algo duradero cuyo fin no es electoralista, ni mucho menos. Nuestro objetivo (el de profesores, padres y alumnos de la Pública) va mucho más allá: haremos todo lo posible para blindar la Educación Pública de las garras de los mercados y para conseguir unas leyes educativas que garanticen su mantenimiento, su libertad y sus recursos.

Así que, lamento mucho el disgusto, doña Esperanza. Hay marea para rato y me temo que el color verde y las camisetas que usted tanto odia no se van a guardar en ningún cajón. Esto no ha hecho más que empezar y cada día tenemos más ganas de continuar luchando por lo que consideramos justo para una sociedad plural, para seguir dignificando nuestra profesión (la más hermosa del mundo) y, sobre todo, para nuestros alumnos. Cualquier esfuerzo que hagamos será poco para ellos.

El problema con el que se han encontrado Esperanza Aguirre y Lucía Figar es, sencillamente, que ya no pueden hacer lo que les venga en gana en materia de Educación. Bueno, rectifico: sí pueden hacerlo (y de hecho, lo están haciendo porque no están acostumbrados a respetar la legalidad que no se ajuste a sus intereses). Pero, a partir de ahora, cada pequeña decisión que tomen, se hará pública al instante porque entre unos y otros (ellos con sus insultos y mentiras, y nosotros con la defensa de la Educación Pública y de nuestra propia dignidad profesional) hemos conseguido poner el foco de la atención mediática y social en un conflicto que atañe a toda la ciudadanía y al futuro de todos los jóvenes.

Ahora, señoras mías, estamos aquí y hemos traído algo que seguro no les hace mucha gracia: luz y taquígrafos. La Marea Verde se ha convertido, además de en un movimiento de lucha organizado, en una voz autorizada en los medios. Y respetada por muchos, así como por una buena parte de la sociedad (cada día más). Cualquier irregularidad o ilegalidad que lleven a cabo, tardaremos lo que dura un aleteo de mariposa en hacerlo público a través de los foros, blogs, webs y toda la red social. Y los medios de comunicación, ávidos de noticias y sabedores de que los recortes sociales se han convertido en un tema de máximo interés, tardarán lo que dura otro aleteo de mariposa en hacerse eco. Así la batalla será más justa y más interesante, ¿verdad? Que salga todo. Y a ver quién miente y quien dice la verdad


04 noviembre 2011

El tiro por la culata



Después de 7 jornadas de paros secundados por una media de más del 60% del profesorado, de diversas concentraciones y manifestaciones multitudinarias y de cientos de encierros y acciones diversas, la Marea Verde ha dejado bien claro que no piensa rendirse en esta lucha por evitar el desmantelamiento de la Educación Pública. Ni las amenazas o las prácticas tendenciosas de la Consejería para amedrentar al profesorado (los propios directores de los centros las denunciaron públicamente a través de la asociación ADIMAD), ni las descalificaciones continuas por parte de Esperanza Aguirre y Lucía Figar con su absurda campaña de criminalización (desmontada punto por punto por los docentes y las familias), ni siquiera las represalias que la Consejería está llevando a cabo contra los profesores o directores más activos están logrando el objetivo de asustar y desmotivar al colectivo; al contrario: cada agresión, cada mentira, cada infamia y cada injusticia unen aún más a los miles de profesores y a las miles de familias que están embarcados juntos en esta travesía. La Presidenta y la Consejera de Educación de la CM (con su comportamiento ofensivo, su falta total de diálogo para intentar solucionar un problema social tan importante como éste, el odio irracional que están demostrando hacia los docentes públicos y la falta de respeto absoluto hacia los cientos de miles de alumnos de la Pública) siguen siendo el mayor motor que impulsa la motivación de esta comunidad educativa que defiende la igualdad de oportunidades para todos y la excelencia como principio general y no como excepción.

Lucía Figar (como máxima responsable de este desastre) está pasando por uno de sus peores momentos en su corta (y puede que efímera) carrera política. Dentro de la Consejería cada vez hay más voces discordantes con su actitud despótica y su falta de cintura a la hora de intentar mediar una solución. Ella parece haber tomado este asunto como algo personal y se niega a reunirse con los sindicatos a pesar de las huelgas mayoritarias (tanto de docentes como de estudiantes, no lo olvidemos) y las decenas de miles de familias que se están manifestando constantemente con acciones de todo tipo. La Consejera de Educación contó al principio del conflicto con el soporte mediático de todos los medios propagandísticos del PP y con el apoyo personal de varios políticos del partido. Eso se ha ido diluyendo poco a poco y sólo Esperanza Aguirre parece seguir al pie del cañón en ese enfrentamiento abierto contra la Marea Verde. La ridícula denuncia de las camisetas ha hecho enfurecer a muchos nombres importantes del partido y cada vez hay más posturas discordantes en el mismo con respecto a lo que la Presidenta y la Consejera están haciendo. La cúpula del partido entiende que este conflicto se está enquistando y que la Marea Verde gana adeptos cada día en la sociedad. Temen que arrastre a otros colectivos (como la Sanidad), que se generelice en otras comunidades (ya lo ha hecho en Castilla la Mancha, por ejemplo) y que se extienda a otros colectivos educativos que podrían movilizar a mucha más gente y hacer muchísimo ruido, como el universitario (ya se están produciendo asambleas y encierros en algunas facultades y es cuestión de tiempo que los docentes y profesores de las universidades públicas salgan a la calle). Alicia Delibes (quizás la ficha más astuta de todas las que han participado en ese lado de la partida) sigue callada. Sin duda, teme que el barco pueda acabar naufragando y no está dispuesta a sacrificarse. Puede que aún siga teniendo esperanzas de ser Consejera de Educación (su gran objetivo antes de que llegara Lucía Figar).

Negarse a recibir a los representantes de decenas de miles de trabajadores tras 2 meses de movilizaciones y jornadas de huelga es algo inaudito en cualquier conflicto laboral. Como Consejera de este colectivo, su actitud es irresponsable e irrespetuosa a partes iguales. Irresponsable porque lo único que está consiguiendo es acrecentar dicho conflicto (además de cargar de motivos y razones a los trabajadores del mismo, algo que perjudica los propios intereses de la Consejería, para más inri). Irrespetuosa porque los grandes perjudicados de esa postura siguen siendo los cientos de miles de alumnos que van a la Pública. Pero además de eso, es una actitud poco inteligente. Todo el mundo sabe ya que éste no es un problema económico y que los recortes no son producto de la crisis (pues solo se han producido en los centros públicos, mientras ha aumentado cada curso el presupuesto y las subvenciones al modelo privado y concertado). Es vox populi que el problema que subyace en todo este asunto no es otro que el de intentar asfixiar los recursos de la Pública, desmantelarla y desprestigiarla para incentivar el trasvase al otro modelo no gratuito. La propia Lucía Figar lo vino a reconocer en aquella famosa conferencia en Rimini (Italia) que la acompañará para el resto de su carrera, pues pocas veces un político ha sido capaz de hacer una declaración de intenciones tan claramente partidista en contra de un modelo público. Pues bien, hasta en ese plan le está saliendo el tiro por la culata a la Consejera. Si hace 4 meses solo los docentes sabían de estas intenciones de promover un modelo a costa de ir eliminando otro, ahora ya lo sabe toda la sociedad madrileña y lo empiezan a saber en otras CCAA. La Marea Verde ha conseguido una cosa importantísima (ha conseguido muchas, otro día hacemos un repaso de los logros), pero una en especial: ha puesto de manifiesto las verdaderas intenciones del Partido Popular con respecto a la Educación en Madrid y, por ende, en el resto de España. Además, esta constatación se ha hecho en periodo electoral (contando con la inestimable colaboración de Esperanza Aguirre y Lucía Figar que han dado muchas facilidades para que este plan quede al descubierto en este preciso momento). No sé si a Mariano Rajoy le habrá hecho mucha gracia; lo que sí sé es que gracias, en buena parte, a la Presidenta de la CM y a la Consejera de Educación, el conflicto de la enseñanza y la privatización de servicios públicos ha irrumpido en la campaña. Algo que, hace 4 meses, estoy seguro que no hubiera pasado. Esta ineptitud aumenta cada día que pasa sin atisbos de negociación. Torpeza o exceso de confianza (los votos emborrachan siempre a los políticos), el caso es que flaco favor le están haciendo a su partido radicalizando un conflicto social tan sensible para la ciudadanía como este.

Pero no sólo es el daño que Presidenta y Consejera le están haciendo al partido. Es que, paradójicamente, lo que están consiguiendo con esta actitud intolerante y hostil contra la Educación Pública es, precisamente, lo contrario a lo que pretendían: prestigiarla cada día más. A día de hoy, miles y miles de familias y todos los alumnos de la Pública se sienten orgullosos de haber elegido este modelo, y de los profesores que tienen respectivamente, así como del compromiso que están demostrando unos y otros. Y ese sentimiento de orgullo se transmite a la sociedad que está viendo como la información rigurosa y seria del colectivo docente ha vencido a las mentiras de los políticos. Los ciudadanos están entendiendo que se trata de una batalla digna con un fin justo. El verde de las camisetas no solo simboliza ese orgullo y esa dignidad, sino que es sinónimo de verdad. Dos palabras muy parecidas. Los profesores no están luchando por trabajar menos o por cobrar más. Están luchando para que la Administración ofrezca más y mejores recursos a los alumnos (sobre todo a los que más necesidades educativas tienen) y eso es algo que las familias, los alumnos y cada vez más ciudadanos están entendiendo y valoran. Y esos recursos son posibles, porque están siendo destinados al modelo privado y concertado, con lo que no valen pretextos ni mentiras al respecto.

Así están las cosas. Lucía Figar sigue enrocada en su guerra particular contra la escuela pública con el único apoyo (cada vez más discreto o, por lo menos, más esporádico, de una Esperanza Aguirre que con sus últimas declaraciones de estas semanas parece estar ya de vuelta de todo). Lo que no se le puede negar a la Consejera es su tesón. En Rimini prometió que iba a promover la enseñanza privada religiosa en detrimento de la pública y sigue empeñada en ese fin. Se pueden hacer las cosas bien, regular, mal o como las está haciendo esta Consejería de Educación. Si piensan que la Marea Verde va a extinguirse, se equivocan de pleno. Cuando se dignen a negociar, seremos aún más fuertes. La clave está en seguir como hasta ahora: informando, denunciando, reclamando, encerrándonos, manifestándonos y secundando los parones. Mantener la unidad entre los docentes y las familias y seguir explicando las razones justas que nos mueven y nos dan fuerza. Tenemos que ser conscientes de que lo que estamos haciendo no solo es importante para nosotros como trabajadores o para nuestros alumnos como principales perjudicados; lo que estamos haciendo es trascendental para la sociedad y lo suficientemente inspirador para muchos ciudadanos y colectivos. La Marea Verde es un canto a la libertad y a la igualdad de oportunidades. Pero es preciso recordar un detalle vital: la batalla será muy larga y la ganará quien tenga más paciencia, quien más aguante de pie. Por eso es necesario seguir en la misma tónica de participación y, sobre todo, con la misma ilusión. Tenemos la razón y luchamos por un bien social, de todos y para todos, que nadie lo olvide. El tiempo juega a nuestro favor porque cada vez hay más convencimiento en que estamos haciendo lo correcto; además, en esta sociedad española de 2011 que ya tiene voz y voto en la calle porque ha aprendido a indignarse de manera organizada, el crédito de la clase polítca es bastante limitado. Afortunadamente.

Sigamos como hasta ahora. Hay mucho por ganar.